En las habitaciones, dentro de armarios y cajones, escondidos en las sartenes y ollas están mis recuerdos. No a primera vista pero si miras más detenidamente los puedes encontrar. Los que están debajo de la escalera y en los rincones más oscuros no suelo buscarlos, son de los que me avergüenzo. En el comedor entre las servilletas y bajo los platos se encuentran los pequeños y fugaces, los que vienen a tu cabeza cuando hueles la colonia de un hombre que pasa por tu lado y te recuerda a la de tu padre. Sobre las camas y bajo los cojines los reconfortantes, los que me sacan una sonrisa. En las grietas de las paredes y en los marcos astillados están los que desgarran y sangran. Con los que convives hasta que ya no duelan tanto.